LUZ DE GAS
Existe una obra de teatro titulada “GasLight”, que fue llevada al cine con tremendo éxito por Ingrid Bergman (obtuvo un Oscar por su actuación), quien sufría el acoso de su esposo Charles Boyer. Éste, intentaba convencerla de que estaba loca manipulando diferentes objetos de su entorno, y cuando la buena de Ingrid le hacía notar esas variaciones, afirmaba que estaba equivocada y que estaba perdiendo la cabeza. Ahora, se ha bautizado el término Gaslighting (luz de gas) para definir a las personas que controlan la vida del otro sembrando dudas. Y es que hay gente que poniendo en entredicho lo que sentimos y lo que pensamos pueden provocar tantas dudas en nosotros que llegan a minar nuestra seguridad y autoestima. En verdad, es una manera de manipular manejando información de manera selectiva, para confundir a la víctima, haciendo que dude de su memoria, percepción o incluso de su cordura, con el principal objetivo de desorientarla hasta el punto de que se desmorone y quede a su merced. Generalmente, la víctima es insegura, con necesidad de aprobación externa, y suele idealizar al manipulador, quien se proclama adalid de la víctima, cuando en verdad su intención es crearle dependencia. Existen dos características que hacen que se sea proclive al trastorno: necesidad de afecto y de aprobación. Por un lado, ocurre entre personas que mantienen una estrecha relación afectiva con el manipulador, viviendo con terror un posible abandono. Y por otro, la necesidad de aprobación hace que sucumba con facilidad a los deseos del otro sólo para obtener su beneplácito. La mejor solución para no caer en este tipo de manipulación es aprender a detectarla a tiempo y alejarse lo mas posible de la persona tóxica. www.carloshidalgo.es