El Síndrome del momento perfecto es el fenómeno que se produce cuando realizamos comparaciones sobre cómo es nuestra vida, frente a las imágenes de las redes sociales, donde vemos a nuestros contactos disfrutando de la vida, dando la impresión de ser sumamente felices, pareciendo nuestra vida insulsa, anodina y vacía. El hecho de desear tener vidas tan perfectas, como las que aparecen en las redes, suele acarrear sentimientos de inferioridad, vacío emocional, ansiedad, pesimismo, baja autoestima y falta de aceptación. Las personas afectadas por este síndrome comienzan a cambiar su escala de valores al asociar la felicidad a factores externos como el dinero, la belleza o la fama, lo que les lleva a descuidar sus ideales y aspiraciones personales. Además, este sentimiento de inconformidad constante, hace que se pierda la capacidad de disfrutar del momento presente, debido a que las expectativas son tan altas, que se hacen inalcanzables. El primer paso para superarlo es reducir el tiempo de exposición a las redes sociales, ya que usualmente es ahí donde se inicia la comparación con la vida de los demás, puesto que un visionado constante retroalimenta la sensación de vacío. En segundo lugar, hemos de saber que esas imágenes, no representan la totalidad de la vida de una persona, son más bien una idealización de una pequeña parte de esta. En tercer lugar, hay que aprender a apreciar los momentos “reales”, valorando lo que tenemos en lugar de compararnos con los demás. La clave pasaría porestablecer expectativas realistas para las ocasiones especiales, y comprender que no siempre pueden salir según lo planeado, pues la realidad es que la vida es una mezcla de momentos buenos y malos, y aceptar esta dualidad es esencial. Convendría, en lugar de buscar el momento perfecto, esforzarnos por crear momentos significativos, que no tienen porqué ser grandiosos o extraordinarios, sino simplemente ser auténticos y alineados con nuestros valores. Al cultivar la capacidad de crear experiencias significativas, podemos encontrar la satisfacción en la autenticidad, en lugar de en la perfección.