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TODOS LOS SANTOS
Hoy se conmemora la festividad de Todos los Santos y, a pesar de las restricciones de aforo de este año, miles de personas acudirán al cementerio para llevar flores a los familiares y amigos que ya no están presentes, en un gesto de cariño y recuerdo hacia ellos, como costumbre arraigada en nuestra sociedad. El origen lo encontramos en la antigua Roma cuando el emperador Diocleciano, en el siglo IV, llevó a cabo la mas dura persecución realizada hasta ese momento contra los cristianos. El número de mártires muertos fue tan grande que no se les podía asignar una fecha a cada uno por separado, por lo que surgió la necesidad de sacralizar un día en común para todos lo Santos. Fue Bonifacio IV en el año 609 quién consagró el Panteón de Agripa (Roma) a la Virgen María y a todos los Santos mártires anónimos, instaurando tal celebración. Ya en la Edad Media, los monjes Benedictinos comenzaron también a celebrar el día siguiente (2 de noviembre) como el día de los difuntos. Para las personas que hayan tenido una pérdida reciente, estando todavía en el periodo de duelo, esta fecha les removerá sentimientos negativos como la pena y la tristeza. Como es lógico, el dolor estará íntimamente relacionado con el grado de cercanía: cuanto más lazo afectivo, más aflicción. Sin embargo, si la visita al camposanto se lleva a cabo fuera de este proceso de duelo, puede ser un buen momento para crear un recuerdo positivo de nuestros fallecidos agradeciendo de alguna forma la vida compartida con ellos. Sea como sea, nadie debe sentirse en la obligación de acudir al cementerio, pues mientras algunas personas encuentran consuelo al tomarse este día como de obligada visita, para otras no tiene sentido pues no sienten que la persona este ahí. Conviene tener presente que aceptar una pérdida no es olvidar, sino aprender a vivir sin esa persona. www.carloshidalgo.es