EMOCIONES ENMASCARADAS
El uso de la mascarilla, debido a su capacidad para filtrar el aire, protege tanto al usuario como a los demás del contagio por transmisión aérea, pero también es cierto que obstaculiza la expresión facial. La mayoría de nosotros somos novatos en su uso y está costando acostumbrarse a llevar oculta la parte inferior de la cara, lo que dificulta mucho la comunicación. Por eso, ha llegado el momento de utilizar no solo los ojos, sino también la cabeza y el resto del cuerpo para expresarnos. En este punto, conviene recordar que la comunicación no verbal es más valiosa que la verbal. Su importancia es tal que se considera que, en una conversación cara a cara, el componente verbal es del 30 % mientras que el 70 % se corresponde con la comunicación no verbal (muecas, movimientos, señales, posturas, etc.). Este tipo de comunicación se divide en tres componentes: La kinésica que corresponde a los gestos y miradas, la proxémica que se refiere a la distancia a que está una persona con respecto a otra y la paralingüística que hace referencia a como se dice lo que se dice (tono, intensidad, volumen de la voz, entonación, etc.). Diferentes investigaciones aseguran que no hay una parte del cuerpo que tenga mayor carga emocional que los ojos, pudiendo expresar emociones tales como tristeza, asco, ira, alegría, sorpresa o miedo. Es frecuente sonreír amistosamente a alguien y pensar que el gesto no ha tenido mucho sentido, porque la curvatura de la boca ha resultado invisible para el otro. No obstante, aunque parezca que el coronavirus ha matado la sonrisa de la boca, hay que seguir sonriendo pues al hacerlo se activan 36 músculos que tirando hacia arriba los extremos de la boca provocan una simpática arruga en el ojo que crea un vínculo afectivo. Como dijo Gustavo Adolfo Bécquer, el primer beso se da con la mirada. www.carloshidalgo.es