CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

Edadismo

Edadismo

“Una sigilosa, pero devastadora desgracia para la sociedad”, así titulaba las Naciones Unidas un informe sobre el edadismo. En nuestra sociedad, existe una forma de segregación que pasa desapercibida, pero que está arraigada en nuestras creencias y actitudes. Este modo de discriminar se conoce como edadismo, y se refiere a la exclusión basada en la edad. Estamos acostumbrados a hablar sobre discriminación racial o de género, por lo que la marginación por edad suele ser una cuestión subestimada y poco discutida, pero no por ello menos importante. Un ejemplo sería las personas mayores que son excluidas del ámbito laboral, debido a estereotipos que las perciben como menos capaces o productivas. En muchos casos, se les niegan oportunidades de empleo o se les fuerza a jubilarse, a pesar de que aún pueden contribuir de manera significativa a la sociedad. El edadismo incluye tres niveles: cómo pensamos (estereotipos), cómo sentimos (prejuicios) y cómo actuamos (discriminación) hacia otros por razones de edad, siendo la tercera forma de discriminación, después del racismo y el sexismo. En este punto, conviene recordar que, aunque el edadismo afecta tanto a hombres como a mujeres, las mujeres a menudo se enfrentan a una doble discriminación, pues también se ven afectadas por el sexismo en la sociedad, lo que hace que se les nieguen oportunidades laborales debido a su edad y género. Considerando que en el año 2050 habrá en el mundo más de 2 mil millones de personas mayores de 50 años, urge aplicar estrategias eficaces contra este tipo de actitudes. Para combatirlo, sería preciso un cambio de mentalidad y una mayor conciencia social. Debemos desafiar los estereotipos y prejuicios relacionados con la edad, y reconocer el valor y la contribución de los mayores en la sociedad, promoviendo una cultura de inclusión y respeto, donde las personas de todas las edades sean valoradas por sus habilidades, conocimientos y maestría, ya que la pericia adquirida con el tiempo es más valiosa que la astucia o habilidad innata. Porque más sabe el diablo por viejo que por diablo. www.carloshidalgo.es

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