CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

LA POBREZA DEL LENGUAJE

La pobreza del lenguaje

El idioma castellano tiene mas de 200.000 conceptos diferentes. Se calcula que los jóvenes, en su comunicación cotidiana, utiliza unas 280 palabras, de las que 80 son “tacos” o groserías, lo que significa que usan menos del 0,15 % de las acepciones disponibles en el diccionario. La cifra es aún mas preocupante si pensamos que en la década de los 80 el vocabulario de un adolescente estaba compuesto de unas 1.000 palabras. Así mismo, un ciudadano medio emplea entre 500 y 1.000 vocablos para hablar, mientras que un escritor o periodista unos 3.000. En todos los casos se desaprovecha la enorme riqueza del castellano, que pone a disposición de los hablantes un amplio repertorio de términos que permiten un sinfín de variadas combinaciones.  Los especialistas advierten que la pobreza del habla limita la capacidad de reflexionar y, por lo tanto, de tener una visión más amplia del mundo que nos rodea. El problema más grave se presenta en las nuevas generaciones que, salvo honrosas excepciones, evidencian un empobrecimiento argumental, tanto oral como escrito. Y es que cuando no hay capacidad de expresión se estrecha el pensamiento, lo que se puede observar a diario con los jóvenes que no leen, por lo que no saben escribir correctamente, terminando, a la postre, con un lenguaje empobrecido. Esta carencia explicaría en gran medida las dificultades que tienen la mayoría de los estudiantes universitarios para expresarse. En parte se exculpa a los alumnos, responsabilizando al sistema educativo por no incentivar en forma adecuada a los jóvenes, pues de las cuatro destrezas propias del lenguaje (lectura, escritura, habla y escucha), la escuela se dedica sólo a las dos primeras, sin atender a las demás. Pero la verdad es que los jóvenes tampoco se esfuerzan demasiado por mejorar su habilidad comunicativa con la sempiterna y abyecta frase que tienen siempre en la boca: “¡Que pereza!”. www.carloshidalgo.es

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