EL PERIÓDICO MEDITERRÁNEO Artículo opinión 11/12/2022
PONER A PARIR
El término poner a parir a alguien procede de la antigua Esparta. Cuando una mujer llegaba a los 9 meses de gestación, otras mujeres iban a su casa para discutir violentamente con ella. Ese era el lugar y el momento elegido para sacar los trapos sucios y los reproches que se habían guardado durante la gestación, con el fin de evitar problemas al niño. Esta discusión acalorada, hacía que las mujeres rompieran aguas con mayor facilidad, precipitando el parto. Esta costumbre, aparte de facilitar el alumbramiento, tenía una doble función. Por un lado, si el bebé era varón, los espartanos pensaban que llegar al mundo en un ambiente hostil, forjaría su carácter desde el nacimiento. Por otro, consideraban que, mostrar sinceridad y decirse las cosas a la cara, en un momento tan crucial de sus vidas, reforzaba los lazos de unión de la población. Ahora bien, la crítica debía ser siempre noble y veraz, pues numerosos estudios demuestran que, con frecuencia, lo que criticamos a los demás, es lo que existe en nuestro interior. O lo que es lo mismo, proyectamos de manera inconsciente nuestra realidad sobre los otros, que hace que atribuyamos a los demás sentimientos, creencias o acciones que nos resultan inaceptables, como mecanismo de defensa. Nicolás Maquiavelo en su libro El príncipe dijo que los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero son pocos los que comprenden lo que ven. Debido a que la crítica casi siempre es una expresión de quiénes somos y de lo que pensamos, uno puede quedar completamente expuesto ante una persona inteligente. No obstante, es la crítica constructiva la que es capaz de establecer un vínculo emocional con el otro. Estaría relacionado con el concepto griego de parresía (decirlo todo), que significa hablar con franqueza. En cualquier caso, por defecto, es mejor criticar menos y ayudar más, hablar menos y pensar más. www.carloshidalgo.es