EL DORITO DE CARONTE
Hace unos días se celebró la festividad de Todos los Santos, fiesta que tiene su origen en el siglo IX cuando el Papa Gregorio IV instauró el 1 de noviembre como el día de todos los difuntos, y no sólo de los santificados. Según la mitología griega, Caronte era el barquero encargado de transportar las almas de los muertos a través de la laguna Estigia hasta el reino del inframundo. Como pago, se colocaba debajo de la lengua de la persona fallecida un óbolo (moneda de plata) como cobro del pasaje al “otro barrio”. Los que no podían pagar, tenían que vagar cien años por la ribera del río, hasta que Caronte accediera a llevarlos en su barca, sin cobrar. Antiguamente, y por ley, a los suicidas y a los traidores a la patria, se les aplicaba un mandato por el cual al morir no se les podía colocar el óbolo. Esta prohibición se daba con el fin de que erraran vagabundos por los alrededores del averno durante 100 años hasta alcanzar la otra orilla. Siempre es de admirar la gente que tiene el don de poseer un humor fino, elegante, sagaz e inteligente. Generalmente son personas discretas y sencillas, que con tan solo una mueca, consiguen sacar una sonrisa. En una situación tensa y complicada, como lo es un funeral, son capaces de soltar una frase jocosa y ocurrente que rompa la tensión y ayude a liberar las emociones negativas. Al parecer así era Arch West, el inventor de los famosos Doritos que, cuando falleció hace 2 años, en sus últimas voluntades pidió que le pusieran un Dorito bajo la lengua (a modo de moneda) y que todo el que fuera a su entierro llevara una bolsa de Doritos para esparcirla por su féretro. Impagable ver la cara de Caronte cuando encontrara el snack anaranjado bajo la lengua en lugar del óbolo correspondiente. www.carloshidalgo.es