CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

EGOISMO ENCUBIERTO

El egoísmo encubierto

Siempre que se utiliza la palabra egoísmo, lo primero que acude a nuestra mente es una persona que no ve mas allá de su ombligo. Y en cierta forma es algo así, pues la palabra egoísmo proviene del latín ego (yo) e ismo (costumbre) entendiéndose como el excesivo aprecio que tiene una persona por sí misma, y que le hace atender desmedidamente a su propio interés. Es decir, alguien que piensa fundamentalmente en él mismo anteponiendo sus intereses a los demás. Además, les cuesta empatizar, ponerse en la piel del otro, porque interpretan los que se les dice tan solo desde su punto de vista. Es una obviedad decir que una conducta egoísta es un claro signo de inmadurez. Y no es menos cierto que todos somos en parte algo egoístas, pero como todo en la vida, todo depende de la frecuencia, si ocurre en momentos puntuales o mas bien forma parte de nuestra rutina. Existe también el término de egoísta razonable, referido a vivir de tal manera que los propios intereses no estén en desacuerdo con los intereses de los demás, dándose la satisfacción de nuestros deseos y también el de los otros. No obstante, existen otras formas de ser egoísta de manera encubierta, de forma mas sutil. Una de las mas comunes es aquella en que uno está contando su experiencia y, en la mínima pausa que uno hace, se escucha aquello de “a mi también me ha pasado…” mientras el otro aprovecha para contar su historia. Es una de las formas de egoísmo mas dolorosas, pues da la impresión de que no hay ningún interés por oír nuestra vivencia. Y es que  la mayoría de las veces lo único que queremos es que nos escuchen, pues sentirse escuchado sin censura, es ya un consuelo en sí. El único egoísmo aceptable es el de procurar que todos estén bien, para estar uno mejor. www.carloshidalgo.esimg_7923

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