CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

Fútbol con receta El próximo fin de semana, comienza a rodar el balón en la mayoría de las ligas europeas. En esta temporada se ha implantado una curiosa iniciativa en el ámbito de la salud mental: el sistema sanitario británico incorporará partidos de fútbol como parte del tratamiento terapéutico. Este programa piloto consiste en que, personas con depresión leve o moderada, podrán acceder gratuitamente a entradas para asistir a los encuentros del Forest Green Rovers, el equipo de Nailsworth que juega en la Liga Nacional Inglesa (equivalente a una tercera división española). En el Reino Unido, intentan que el fútbol deje de ser solo un deporte para convertirse en una herramienta terapéutica al servicio de la salud mental pues, en lugar de limitarse a recetar medicamentos, algunos profesionales de la salud han comenzado a prescribir la asistencia a entrenamientos y partidos asegurando que esto aliviará sus síntomas. La idea parte de la sencilla observación de que el deporte, y especialmente el fútbol, tiene un efecto profundamente positivo sobre el bienestar emocional. El proyecto busca aprovechar el carácter inclusivo del deporte para combatir el aislamiento y favorecer la salud mental, permitiendo a los participantes sentirse parte de una comunidad, algo especialmente valioso para quienes atraviesan dificultades personales o psicológicas. Este enfoque, si bien no reemplaza el tratamiento clínico cuando es necesario, sí lo complementa con una dimensión emocional, física y social que, a menudo, queda desatendida. En espera de otras recetas tipo Zumba para corazones rotos, Meditación para jefes tóxicos, Karaoke para traumas leves o Cata de vinos con lloradita incluida (porque algunas lágrimas combinan bien con tinto), por ahora, el fútbol gana por goleada.  www.carloshidalgo.es

LA HORMESIS La hormesis, término derivado del griego hormáein (estimular), es un concepto que conecta de forma profunda el estrés, la resiliencia y el desarrollo psicológico. Originalmente acuñado en el ámbito biológico, la hormesis describe cómo el organismo responde de manera positiva a estímulos adversos de baja intensidad. Aplicado a la psicología, defiende que el enfrentamiento a dificultades moderadas puede activar procesos mentales que no solo ayudan a superar el reto inmediato, sino que también fortalecen la mente para desafíos futuros. No se trata de glorificar el sufrimiento, ni de defender la incomodidad como estilo de vida, sino de resignificar el malestar transitable como un catalizador de crecimiento. La naturaleza es sabia, y ya nos enseña esta lógica: ante estresores asumibles, el cuerpo se adapta, se fortalece y aprende. Del mismo modo, cuando una persona se enfrenta a retos complejos pero manejables (desde aprender una nueva habilidad, superar una ruptura emocional o hablar en público) el sistema psicológico se activa y responde de forma sofisticada. El desafío se interpreta como algo significativo, pero accesible, lo que permite reorganizar estructuras mentales, reforzar la autoestima, mejorar la toma de decisiones, y entrenar la flexibilidad cognitiva. Pequeños terremotos que, lejos de derrumbarnos, rediseñan nuestra estructura interna. Este tipo de estrés positivo, conocido como eustrés, se distingue del distrés por su efecto estimulante: en lugar de paralizar, moviliza. El secreto está en el equilibrio: la prueba debe ser suficientemente intensa como para provocar un cambio sacándonos de nuestra zona de confort, pero no tan abrumadora como para generar un gran desgaste emocional. Es como el picante en la comida o la suegra en dosis controladas: molesta, pero da sabor. www.carloshidalgo.es

La vida en contrastes Dos cosas te definen: tu actitud cuando no tienes nada y tu humildad cuando lo tienes todo. Esta poderosa afirmación de Antoine de Saint-Exupéry, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. En ella se condensa una profunda verdad: la forma en que enfrentamos la escasez, y cómo gestionamos la abundancia, son un reflejo fiel de nuestros valores y personalidad. Los periodos de dificultad pueden presentarse de distintas formas: problemas económicos, pérdidas personales o crisis emocionales. Sin embargo, lo que nos define no es lo que nos falta, sino la manera en que respondemos ante ello. Porque cuando los recursos son escasos y las oportunidades limitadas, nuestra actitud se convierte en el espejo de nuestra fortaleza interior. Así, las dificultades pueden moldearnos de dos maneras. O bien quebrarnos, o bien sacar a relucir la resiliencia, el ingenio y la dignidad que llevamos dentro. El otro gran desafío de la vida ocurre cuando la fortuna nos sonríe y el éxito nos acompaña. Lograr grandes objetivos, alcanzar reconocimiento y obtener riqueza, es una meta para muchos, pero la verdadera prueba reside en cómo gestionamos esa abundancia, dado que es fácil dejarse llevar por el poder, el dinero o la vanidad. En este punto, es la humildad la que se convierte en la verdadera medida de nuestra madurez emocional. En definitiva, esta cita nos recuerda que la vida no es una línea recta. Y que no importa cuán alta sea la cima que alcancemos, ni cuán profundo sea el valle en el que nos encontremos. Lo esencial es mantener nuestra integridad en ambos escenarios y la manera en que respondemos ante cada etapa del camino. www.carloshidalgo.es

El autocuidado El autocuidado emocional es esencial porque constituye la base para vivir con mayor equilibrio, bienestar y salud integral. No se trata únicamente de mimarse, sino de asumir la responsabilidad de atender nuestras propias necesidades —físicas, mentales y emocionales— entendiendo que no es un lujo, sino una necesidad vital. Algunos gestos cotidianos pueden ayudarnos a cultivar ese espacio interior, como aprender a decir “no” con serenidad, sin necesidad de explicar o justificar. También es valioso reservar tiempo para uno mismo, como si fuese una cita (porque lo es), y explorar prácticas que inviten a la calma, como la respiración consciente, los paseos tranquilos, escuchar música suave o simplemente sentarse en silencio. Sin embargo, muchas de las estrategias que adoptamos en búsqueda de desconexión emocional no solo resultan ineficaces, sino que pueden intensificar el malestar. Por ejemplo, aunque un “atracón de series” pueda parecer una forma de descanso inocente, en realidad genera una sobreestimulación mental que bloquea el reposo cognitivo. Diversos estudios lo vinculan con peor calidad del sueño y mayor fatiga, debido a que el cerebro sigue procesando información, aunque el cuerpo permanezca en reposo. Otro error es “obligarnos” a estar tranquilos. Repetirse frases como “no debería estar estresado” genera una contradicción emocional, y esta exigencia activa mecanismos internos de vigilancia que elevan la ansiedad, convirtiendo la presión por sentirnos bien en una nueva fuente de malestar. La clave no es solo distraerse, huyendo de las emociones, sino sintonizar con nuestras verdaderas necesidades creando espacios seguros donde podamos procesarlas. No obstante, cada persona responde de manera única, por lo que lo más sabio es experimentar qué estrategias nos ayudan de verdad a sentirnos mejor. www.carloshidalgo.es

La relatividad del tiempo El verano, con sus vacaciones, se ve como un paréntesis donde el tiempo parece cambiar de piel. Inmersos en ese instante del año en que la rutina se desvanece, y el mundo parece girar con distinta cadencia, es entonces cuando ocurre esa especie de espejismo que hace que los días de descanso se deslicen con ligereza, mientras los laborales se dilatan en el tiempo. Este fenómeno tiene su raíz en la neurociencia y el modo en que almacenamos recuerdos, pues el cerebro distorsiona la percepción del tiempo según lo que sentimos, anticipamos o vivimos. Por un lado, en el trabajo, el cerebro se enfrenta a tareas repetitivas, plazos exigentes y distracciones constantes, lo que afecta a cómo medimos subjetivamente el tiempo, pues hay menos estímulos nuevos (todo suelen ser rutinas). Además, se produce una atención fragmentada al saltar entre correos, reuniones y mensajes, erosionando la continuidad de los momentos. Por último, el esperar el final de momentos determinados, hace que cada minuto se sienta más lento. El resultado: los días laborales se sienten extensos y poco memorables. Sin embargo, las vacaciones activan circuitos cerebrales completamente diferentes. Hay una estimulación constante con nuevos paisajes, sabores, conversaciones y sorpresas, que hace que el cerebro registre muchas más imágenes mentales. Además, hay una concentración plena al vivir el presente, anticipando horizontes más largos (el día entero, no solo una actividad), lo que genera una percepción más integrada. En definitiva, la percepción del tiempo no está dictada por el reloj, sino por sensaciones y vivencias, siendo el cerebro quien hila el tiempo, no con segundos, sino con emociones y recuerdos. www.carloshidalgo.es

Del cielo al infierno Esta semana se cumplen 15 años del famoso minuto 116, cuando Andrés Iniesta alcanzó la cúspide del fútbol al marcar el gol que otorgó a España su primer título en un Mundial. El éxito, el reconocimiento y la gloria deportiva son sueños que muchos persiguen, pero detrás de ello puede esconderse una realidad silenciosa: la lucha interna contra la depresión. Iniesta, símbolo del deporte rey, ha demostrado que la salud mental no distingue entre fama o logros. Su historia es un recordatorio de que incluso en la cima del éxito, el bienestar emocional puede verse amenazado. Cuando Iniesta perdió a su amigo Dani Jarque en 2009, la tristeza, la ansiedad y el vacío lo invadieron, sumiéndolo en una depresión severa. Su felicidad pública contrastaba con una oscuridad personal; del cielo al infierno en un segundo. La presión y el desconocimiento de su estado emocional lo llevaron a vivir una “doble vida”, mostrando alegría en público, mientras lloraba en privado: Me metía en la ducha y lloraba. Lloraba sin que nadie me viese. Otros deportistas, como Michael Phelps, Simone Biles o Naomi Osaka, han hablado abiertamente sobre su lucha por conseguir el equilibrio psicológico, ayudando a fomentar conversaciones sobre el bienestar psicológico en el deporte. El viaje de Iniesta desde la gloria hasta la oscuridad, y su posterior recuperación, es un testimonio poderoso de la resiliencia humana. Su historia nos invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental, reconocer nuestras vulnerabilidades y buscar ayuda cuando sea necesario. Porque la verdadera victoria no está en los trofeos, sino en el bienestar emocional y en la capacidad para superar los momentos difíciles. www.carloshidalgo.es

La metáfora del tren equivocado A veces, el mayor obstáculo entre nosotros y nuestros sueños, no es la falta de talento, recursos o tiempo… sino la espera. Esperar el momento perfecto, la oportunidad sin riesgos o sentirnos preparados. Y mientras esperamos, la vida sigue su curso. La metáfora del tren equivocado ilustra con claridad este dilema interno. Imagina estar en una estación: frente a ti hay dos trenes. Uno luce viejo, incómodo y poco atractivo. El otro, brillante y sofisticado, parece ideal… pero nunca arranca. Esta escena representa las decisiones que postergamos al aferrarnos a lo cómodo, lo seguro o lo idealizado, dejando pasar trenes reales (aunque imperfectos) que sí nos llevarían más cerca de nuestras metas. Desde la psicología, esta imagen habla de mecanismos como la evitación, el perfeccionismo y la rigidez de pensamiento, que nos mantienen atrapados en la espera. Nos sentimos paralizados, no por falta de opciones, sino por expectativas poco realistas. El problema no es tomar un tren incorrecto, sino quedarnos inmóviles, pues cada minuto de inacción nos aleja de nuestra autenticidad; y cuanto más tiempo pasamos ahí, más difícil es volver a nuestra esencia. A veces, el tren que parte, aunque no sea el más cómodo, es el que realmente necesitamos para crecer. Aferrarse a lo conocido puede parecer seguro, pero quizás nos lleve a una vida de estancamiento. Y, la vida, es un viaje de decisiones (cambiar de carrera o de trabajo, dejar una relación, mudarse a otro lugar…) y, aunque no siempre elegimos bien a la primera, siempre tenemos la opción de rectificar. Lo importante es reconocer a tiempo cuándo es momento de bajarse, cambiar de rumbo y de tren. www.carloshidalgo.es

Los puntos se unen solo hacia atrás Hace 20 años, Steve Jobs pronunció en Stanford un discurso, que se convirtió en un referente, sobre connecting the dots (conectar los puntos). En él explicó que, muchas veces, no podemos ver cómo los hechos de nuestra vida se relacionan en el momento en que ocurren, pero al mirar hacia atrás, descubrimos con claridad las conexiones, entre eventos y decisiones, que nos han llevado hasta donde estamos hoy. Jobs enfatizaba en la creencia de que esos puntos no pueden unirse mirando hacia adelante, porque solo cuando observamos el pasado entendemos su sentido. Cada paso, incluso los desafíos o tropiezos, son parte de un proceso que nos moldea, y lo que hoy parece un obstáculo o un desvío inesperado, con el tiempo puede revelarse en una valiosa oportunidad. Por eso, es importante aprender a confiar en el proceso, en el camino mismo, sin exigir certezas absolutas. Cuando revisamos decisiones pasadas, encontramos patrones que nos ayudan a comprender qué factores han influido en nuestra trayectoria e identificar estas conexiones nos permite aprovechar las lecciones aprendidas para aplicarlas en nuestra vida actual. De ahí lo útil de adquirir conocimientos sin saber exactamente cuándo serán útiles, pues muchas veces, de manera inesperada, encajan en momentos clave. En definitiva, esta mentalidad fomenta paciencia y confianza, permitiéndonos avanzar sin quedar atrapados en el pasado, pero aprendiendo de él. Nos recuerda que cada experiencia, incluso las difíciles, nos aporta algo valioso pues al final, lo vivido, da forma a nuestro presente y nos guía hacia el futuro. Como dijo Kierkegaard: “La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”. www.carloshidalgo.es

LA METÁFORA DEL JARDIN La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) enfatiza la importancia del contexto en el que se desarrollan los pensamientos y las conductas, proponiendo una relación más flexible con el malestar, enfocándose en la aceptación y el compromiso con los valores personales. La terapia sostiene que intentar eliminar por completo el dolor es contraproducente, planteando la aceptación de las emociones negativas como parte inevitable de la existencia humana. La metáfora del jardín es una de las técnicas que mejor ilustran este concepto, ayudando a visualizar la importancia de una convivencia equilibrada con las dificultades. Si imaginamos nuestra vida como un jardín, siendo nosotros el jardinero que lo cuidamos, las flores y árboles representan los objetivos, sueños, metas o áreas de la vida que queremos que crezcan y prosperen, como la familia, el trabajo, las amistades o la salud, mientras que las malas hierbas simbolizan los problemas y las emociones dolorosas. Instintivamente, intentamos arrancarlas para mantener un jardín impecable, pero cuanto más luchamos contra ellas, más parecen crecer. Y, en nuestra obsesión por eliminarlas, perdemos de vista que algunas son beneficiosas al estabilizar el suelo, absorber el exceso de agua o aportar una apariencia más natural al jardín. De la misma manera, los momentos difíciles y las emociones incómodas pueden enseñarnos lecciones valiosas, fortalecernos y darnos perspectiva sobre lo que realmente importa. Así, la clave no está en eliminar por completo el sufrimiento, sino en comprender que las emociones negativas, lejos de ser erradicadas, pueden convivir con el bienestar. Al fin y al cabo, una vida plena no es aquella libre de dificultades, sino aquella en la que seguimos cultivando lo que realmente nos importa. www.carloshidalgo.es

La dependencia emocional de la IA A medida que la inteligencia artificial se integra en nuestras vidas, sus aplicaciones han evolucionado desde asistentes para tareas simples, hasta compañeros de conversación aparentemente empáticos. Cualquier modelo de inteligencia artificial puede mantener una “charla”, que parece humana al simular empatía, dar consejos e incluso escuchar sin juicio. Para personas que se sienten solas o buscan desahogarse, la IA se ha convertido en un refugio o lugar “seguro”, pues están siempre disponibles y tienen respuestas rápidas. Pero también es cierto que mucha gente corre el riesgo de volverse dependiente emocional, al convertirse la IA en su vía principal de apoyo, relegando a un segundo plano las relaciones humanas. La dependencia emocional se da cuando una persona busca su estabilidad emocional en algo o alguien externo, en este caso la IA. No podemos olvidar que este tipo de relación, no tiene el respaldo afectivo genuino que brinda una conexión humana. Por mucho que simule una escucha atenta, no puede experimentar empatía, ni compartir la carga emocional de manera real, haciendo que la persona se aleje de la riqueza que aporta una relación humana. Y, a pesar de que pueda parecer inofensiva, la dependencia emocional con la IA presenta varios riesgos. Entre ellos, el aislamiento social, pues a medida que una persona se acostumbra a encontrar consuelo en una IA, reduce su interés por mantener relaciones personales, con la consiguiente merma en el crecimiento personal que sí proporciona el auténtico vínculo humano. Así que, si bien puede ofrecer apoyo en un momento de necesidad, nunca nos dará un abrazo cuando tengamos un mal día, ni nos dirá un te quiero con intención real.