Una pintoresca coartada
La historia del narcosubmarino en Galicia es tan absurda que parece escrita por un guionista con resaca. La semana pasada, tres lumbreras cruzaron el Atlántico en un submarino de fabricación casera, cargados con 3.650 kilos de cocaína. Una proeza de resistencia, logística y nervios de acero. Y cuando por fin llegan a tierra, ¿qué los delata? No la Interpol, sino un taxista con sentido común. Al llegar a la playa de A pobra de Caramiñal, soltaron el cargamento, se cambiaron y se alejaron de la playa, subiéndose al primer taxi que vieron. Cuando el taxista les preguntó porque iban mojados, le dijeron que estaban haciendo el “Camino de Santiago acuático”. No hace falta ser el lapicero más afilado del estuche para saber que ningún peregrino va con ropa empapada, traje de neopreno en la mochila, oliendo a combustible y con cara de haber dormido en un tubo de escape. Nada más bajar del taxi, el conductor llamó a la policía quien los detuvo de inmediato. El efecto Dunning-Kruger es el sesgo cognitivo que explica por qué una persona, con escasos conocimientos, se cree más listo de lo que es. En otras palabras, cuanto menos sabes, más listo te crees. Y estos hombres son una prueba de ello: pese a haber logrado cruzar el Atlántico bajo el agua durante 26 días en condiciones extremas, fueron incapaces de inventar una coartada mínimamente creíble. En definitiva, el Camino de Santiago acuático pasará a la historia como la peor estrategia de camuflaje jamás inventada. Porque al final, el mayor enemigo no siempre es la policía, sino el exceso de confianza, capaz de hundirte más rápido que un torpedo. www.carloshidalgo.es