CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

Cuando Tyson ganó sin golpear

Mike Tyson, leyenda del boxeo y dos veces campeón mundial de los pesos pesados en los 80, nació en el peor barrio de Nueva York. A los once años era delincuente habitual, y a los doce lideraba una banda. Tras múltiples detenciones, fue enviado a un correccional donde conoció a Bob Stewart, exboxeador que le enseñó a transformar su furia en disciplina sobre el cuadrilátero. Tyson se convirtió en el campeón más joven de la historia, acumulando 19 victorias por knockout, muchas de ellas en menos de 40 segundos. Pero su carrera también estuvo marcada por decisiones que lo alejaron del ring, como el mordisco en la oreja de Holyfield, que le costó la suspensión de la licencia. Sin embargo, hay momentos que no se miden por títulos ni por golpes, sino por la capacidad de dominar el ego. Uno de ellos ocurrió en la casa de su ex pareja cuando, como hacía con frecuencia, entró sin avisar y encontró a Brad Pitt en la habitación. El actor, pálido y trémulo, solo atinó a decir: “Por favor, no me pegues”. Tyson no lo hizo. En ese instante, (por fortuna de los cinéfilos) comprendió que el orgullo no sana heridas y la venganza no levanta al que se ha derrumbado. Años después, reflexionó: “No lo perdoné por él, lo hice por mí. Porque hay derrotas que se viven en silencio, y victorias que no se celebran en el ring, sino en el alma”. Aprendió que el verdadero campeón no es quien golpea más fuerte, sino quien sabe cuándo no hacerlo. Porque a veces, perder con dignidad es la forma más poderosa de ganar. www.carloshidalgo.es

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