Septiembre amarillo Con el objetivo de difundir la idea de que el suicidio puede prevenirse, desde el 2003 el 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Actualmente, Septiembre amarillo es una campaña de la OMS, vinculada a tal prevención. Se escogió este color porque en 1994 se fundó el programa Yellow Ribbon (Cinta amarilla) por los padres y amigos de un adolescente, Mike Emme, que se quitó la vida al no saber pedir ayuda, en un momento de desesperación profunda. Mike era conocido por su personalidad cariñosa, servicial y su pasión por la mecánica, restaurando un Ford Mustang de 1968 y pintándolo de amarillo brillante. Los amigos, conmocionados por no haber percibido sus señales de angustia, intentaron prevenir otros posibles suicidios pegando centenares de cintas amarillas donde se leía “por favor no te suicides, pide ayuda” junto a un teléfono. Esa cinta amarilla se convirtió en un símbolo cuando todos comenzaron a atársela al pelo o a sujetarla en la ropa. Hoy, a pesar de que no querer hablar de estadísticas, sino de vidas, no puedo obviar que cada 43 segundos una persona en el mundo decide quitarse la vida. Muchísimas más que las provocadas por los conflictos bélicos o por las catástrofes naturales. La prevención del suicidio es responsabilidad de todos, creando espacios seguros para hablar y escuchar sin juzgar, porque el silencio es más peligroso que la conversación. Las señales de alerta son siempre reales y deben tomarse en serio. El suicidio no es un acto de debilidad, es el reflejo de un dolor insoportable, y pedir ayuda es un acto de valentía. Porque la vida vale la pena vivirla. www.carloshidalgo.es
Carlos Hidalgo
Belleza ignorada
Una mañana cualquiera, en el metro de Washington, un hombre con vaqueros y gorra se colocó junto a una pared y comenzó a tocar el violín. No era un músico callejero más, era Joshua Bell, uno de los mejores violinistas del mundo, interpretando obras maestras con un Stradivarius de 1713 valorado en más de 3 millones de dólares. El violinista, que tocó con la misma pasión que en sus grandes conciertos, recaudó 32 dólares en la funda de su violín, muy lejos de los 200 dolares que suele costar la entrada para una de sus actuaciones. Durante 43 minutos, más de mil personas pasaron frente a él. Siete se detuvieron y solo una lo reconoció. El experimento, ideado por The Washington Post, desnudó la forma acelerada, febril y distraída en que vivimos, poniendo de manifiesto que podemos estar ciegos ante lo extraordinario cuando esto no viene envuelto en papel celofán. La psicología lo explica mediante la atención selectiva, pues priorizamos lo que creemos relevante para nosotros, filtrando estímulos que podrían conmovernos profundamente. Pero más allá de la neurociencia, el caso plantea una pregunta esencial: ¿cuántos talentos quedan invisibles cada día por no estar en el escenario adecuado? El “efecto del contexto” sugiere que el valor percibido depende tanto del entorno como del mérito. Así, alguien puede sentirse ignorado no por falta de calidad, sino por estar rodeado de quienes no saben mirar. Este episodio nos invita a revisar nuestros propios filtros, y también a recordar que, si alguna vez sentimos que no se reconoce nuestro valor, quizá no debamos cambiar lo que somos, sino el lugar donde nos mostramos. Porque el talento y la autenticidad merecen ser escuchados, incluso en medio del ruido. www.carloshidalgo.es
Cuando Tyson ganó sin golpear
Mike Tyson, leyenda del boxeo y dos veces campeón mundial de los pesos pesados en los 80, nació en el peor barrio de Nueva York. A los once años era delincuente habitual, y a los doce lideraba una banda. Tras múltiples detenciones, fue enviado a un correccional donde conoció a Bob Stewart, exboxeador que le enseñó a transformar su furia en disciplina sobre el cuadrilátero. Tyson se convirtió en el campeón más joven de la historia, acumulando 19 victorias por knockout, muchas de ellas en menos de 40 segundos. Pero su carrera también estuvo marcada por decisiones que lo alejaron del ring, como el mordisco en la oreja de Holyfield, que le costó la suspensión de la licencia. Sin embargo, hay momentos que no se miden por títulos ni por golpes, sino por la capacidad de dominar el ego. Uno de ellos ocurrió en la casa de su ex pareja cuando, como hacía con frecuencia, entró sin avisar y encontró a Brad Pitt en la habitación. El actor, pálido y trémulo, solo atinó a decir: “Por favor, no me pegues”. Tyson no lo hizo. En ese instante, (por fortuna de los cinéfilos) comprendió que el orgullo no sana heridas y la venganza no levanta al que se ha derrumbado. Años después, reflexionó: “No lo perdoné por él, lo hice por mí. Porque hay derrotas que se viven en silencio, y victorias que no se celebran en el ring, sino en el alma”. Aprendió que el verdadero campeón no es quien golpea más fuerte, sino quien sabe cuándo no hacerlo. Porque a veces, perder con dignidad es la forma más poderosa de ganar. www.carloshidalgo.es
Jóvenes infelices Un estudio de Harvard muestra qué, los jóvenes, están batiendo récords de infelicidad. Paradójicamente, a pesar de contar con más oportunidades educativas, mayor acceso a la información, más recursos y más derechos que las generaciones anteriores, la actual experimenta niveles alarmantes de tristeza, ansiedad y soledad, observando que los avances antes mencionados no se han traducido en una mayor satisfacción vital. Este aumento de la infelicidad en los jóvenes no es fruto de una sola causa, sino el resultado de una compleja interacción de factores culturales, sociales, tecnológicos y personales. Un eje central del malestar juvenil es la pérdida de propósito. Tradicionalmente, la juventud se asociaba con ilusión por el futuro, la búsqueda de metas y la construcción de una identidad propia. Sin embargo, hoy muchos jóvenes sienten que carecen de una razón clara para levantarse cada mañana, las oportunidades laborales son inciertas y el futuro se percibe como amenazante. Esta falta de un horizonte esperanzador, diluye la motivación y alimenta la apatía. En segundo lugar, a pesar de que vivimos en la era de la hiperconectividad, la soledad se ha convertido en una auténtica epidemia, especialmente entre ellos. Plataformas y redes sociales han multiplicado las oportunidades de interacción, pero muchas veces estas relaciones son superficiales y carecen de profundidad emocional. Y es que, la calidad de los vínculos es más importante que la cantidad. Así, la ausencia de amistades significativas, el debilitamiento de los lazos familiares y la falta de sentido de pertenencia han erosionado los pilares emocionales de las nuevas generaciones. En el fondo, la verdadera epidemia no es la tristeza, sino la desconexión del yo con el entorno y consigo mismo. www.carloshidalgo.es
Jóvenes infelices
Un estudio de Harvard muestra qué, los jóvenes, están batiendo récords de infelicidad. Paradójicamente, a pesar de contar con más oportunidades educativas, mayor acceso a la información, más recursos y más derechos que las generaciones anteriores, la actual experimenta niveles alarmantes de tristeza, ansiedad y soledad, observando que los avances antes mencionados no se han traducido en una mayor satisfacción vital. Este aumento de la infelicidad en los jóvenes no es fruto de una sola causa, sino el resultado de una compleja interacción de factores culturales, sociales, tecnológicos y personales. Un eje central del malestar juvenil es la pérdida de propósito. Tradicionalmente, la juventud se asociaba con ilusión por el futuro, la búsqueda de metas y la construcción de una identidad propia. Sin embargo, hoy muchos jóvenes sienten que carecen de una razón clara para levantarse cada mañana, las oportunidades laborales son inciertas y el futuro se percibe como amenazante. Esta falta de un horizonte esperanzador, diluye la motivación y alimenta la apatía. En segundo lugar, a pesar de que vivimos en la era de la hiperconectividad, la soledad se ha convertido en una auténtica epidemia, especialmente entre ellos. Plataformas y redes sociales han multiplicado las oportunidades de interacción, pero muchas veces estas relaciones son superficiales y carecen de profundidad emocional. Y es que, la calidad de los vínculos es más importante que la cantidad. Así, la ausencia de amistades significativas, el debilitamiento de los lazos familiares y la falta de sentido de pertenencia han erosionado los pilares emocionales de las nuevas generaciones. En el fondo, la verdadera epidemia no es la tristeza, sino la desconexión del yo con el entorno y consigo mismo. www.carloshidalgo.es
El salutismo Medimos la calidad del sueño con relojes inteligentes, tenemos aplicaciones que escanean los códigos de los alimentos para ver su composición, controlamos la cantidad de pasos que realizamos … Desde hace un tiempo, la salud se ha convertido en un valor supremo, una virtud de la que hacer alarde. Por eso, las exigencias con la salud son cada vez mayores, con una lista interminable de quehaceres, buscando su conquista. A esta obsesión por la salud perfecta se le conoce como “salutismo”, una especie de glorificación de la salud como valor moral. Pero detrás de su apariencia inofensiva se esconden conductas rígidas, culpa constante y una presión social por encajar en la utopía. En este fenómeno, las redes sociales tienen mucho que ver pues todas las personas que aparecen están delgadas, son guapas, están contentas y son populares, convirtiéndose en un problema cuando esas imágenes no solo inspiran, sino que imponen, creando un estándar moral sobre cómo deberíamos vivir, y olvidando que el bienestar no es uniforme ni universal. En psicología, este fenómeno se conoce como normatividad social implícita, donde lo que se muestra como deseable se convierte en obligatorio, sugiriendo que quien no la sigue está fallando, no solo en términos de salud, sino como persona. La diferencia entre cuidarse y caer en el “salutismo”, es la misma que hay entre ser ordenado o ser maniático del orden. En el primer caso, esa actitud está a nuestro servicio; en el segundo, uno está al servicio del orden. La realidad es que el bienestar no se mide por pasos, calorías u horas de sueño, sino por la paz con la que habitamos nuestro cuerpo y nuestra mente. www.carloshidalgo.es
PERIÓDICO MEDITERRÁNEO Artículo opinión 24/8/2025 Atrofia del pensamiento crítico El auge de los modelos de lenguaje, como ChatGPT, ha transformado el acceso al conocimiento, pero también ha generado preocupaciones en el ámbito psicológico. El análisis de 12.000 interacciones entre estudiantes y el chatbot durante dieciocho meses, ha revelado patrones de dependencia preocupantes. Desde la psicología, el fenómeno puede entenderse como una forma de refuerzo continuo pues, cada vez que el estudiante recibe una respuesta rápida y eficaz, se activa un circuito de recompensa cerebral similar al que interviene en el uso compulsivo de redes sociales o videojuegos. Uno de los riesgos de esto es la disminución progresiva de la autonomía cognitiva pues, los estudiantes, se están acostumbrado a delegar el pensamiento complejo en la herramienta, evitando así el esfuerzo mental, lo que afecta a la atención sostenida, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de abstracción. Esta situación, a la larga, produce una “atrofia del pensamiento crítico”, es decir, una reducción de las habilidades necesarias para evaluar, contrastar y construir argumentos propios, pues el cerebro, por economía cognitiva, opta por delegar el análisis a agentes externos, como el ChatGPT. Además, muchos usuarios muestran signos de apego emocional, lo que plantea cuestiones éticas sobre la construcción de vínculos afectivos con entidades artificiales. En el caso de los chatbots, su tono empático y disponibilidad permanente fomenta una relación simbiótica que desplaza la interacción social humana. Por ello, se recomienda un uso consciente y moderado de estas tecnologías recordando que solo son un banco inmenso de datos. No se trata de demonizar la inteligencia artificial, sino de integrarla como herramienta complementaria que potencie el aprendizaje sin sustituir el proceso reflexivo y el pensamiento crítico. www.carloshidalgo.es
Fútbol con receta El próximo fin de semana, comienza a rodar el balón en la mayoría de las ligas europeas. En esta temporada se ha implantado una curiosa iniciativa en el ámbito de la salud mental: el sistema sanitario británico incorporará partidos de fútbol como parte del tratamiento terapéutico. Este programa piloto consiste en que, personas con depresión leve o moderada, podrán acceder gratuitamente a entradas para asistir a los encuentros del Forest Green Rovers, el equipo de Nailsworth que juega en la Liga Nacional Inglesa (equivalente a una tercera división española). En el Reino Unido, intentan que el fútbol deje de ser solo un deporte para convertirse en una herramienta terapéutica al servicio de la salud mental pues, en lugar de limitarse a recetar medicamentos, algunos profesionales de la salud han comenzado a prescribir la asistencia a entrenamientos y partidos asegurando que esto aliviará sus síntomas. La idea parte de la sencilla observación de que el deporte, y especialmente el fútbol, tiene un efecto profundamente positivo sobre el bienestar emocional. El proyecto busca aprovechar el carácter inclusivo del deporte para combatir el aislamiento y favorecer la salud mental, permitiendo a los participantes sentirse parte de una comunidad, algo especialmente valioso para quienes atraviesan dificultades personales o psicológicas. Este enfoque, si bien no reemplaza el tratamiento clínico cuando es necesario, sí lo complementa con una dimensión emocional, física y social que, a menudo, queda desatendida. En espera de otras recetas tipo Zumba para corazones rotos, Meditación para jefes tóxicos, Karaoke para traumas leves o Cata de vinos con lloradita incluida (porque algunas lágrimas combinan bien con tinto), por ahora, el fútbol gana por goleada. www.carloshidalgo.es
LA HORMESIS La hormesis, término derivado del griego hormáein (estimular), es un concepto que conecta de forma profunda el estrés, la resiliencia y el desarrollo psicológico. Originalmente acuñado en el ámbito biológico, la hormesis describe cómo el organismo responde de manera positiva a estímulos adversos de baja intensidad. Aplicado a la psicología, defiende que el enfrentamiento a dificultades moderadas puede activar procesos mentales que no solo ayudan a superar el reto inmediato, sino que también fortalecen la mente para desafíos futuros. No se trata de glorificar el sufrimiento, ni de defender la incomodidad como estilo de vida, sino de resignificar el malestar transitable como un catalizador de crecimiento. La naturaleza es sabia, y ya nos enseña esta lógica: ante estresores asumibles, el cuerpo se adapta, se fortalece y aprende. Del mismo modo, cuando una persona se enfrenta a retos complejos pero manejables (desde aprender una nueva habilidad, superar una ruptura emocional o hablar en público) el sistema psicológico se activa y responde de forma sofisticada. El desafío se interpreta como algo significativo, pero accesible, lo que permite reorganizar estructuras mentales, reforzar la autoestima, mejorar la toma de decisiones, y entrenar la flexibilidad cognitiva. Pequeños terremotos que, lejos de derrumbarnos, rediseñan nuestra estructura interna. Este tipo de estrés positivo, conocido como eustrés, se distingue del distrés por su efecto estimulante: en lugar de paralizar, moviliza. El secreto está en el equilibrio: la prueba debe ser suficientemente intensa como para provocar un cambio sacándonos de nuestra zona de confort, pero no tan abrumadora como para generar un gran desgaste emocional. Es como el picante en la comida o la suegra en dosis controladas: molesta, pero da sabor. www.carloshidalgo.es
La vida en contrastes Dos cosas te definen: tu actitud cuando no tienes nada y tu humildad cuando lo tienes todo. Esta poderosa afirmación de Antoine de Saint-Exupéry, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. En ella se condensa una profunda verdad: la forma en que enfrentamos la escasez, y cómo gestionamos la abundancia, son un reflejo fiel de nuestros valores y personalidad. Los periodos de dificultad pueden presentarse de distintas formas: problemas económicos, pérdidas personales o crisis emocionales. Sin embargo, lo que nos define no es lo que nos falta, sino la manera en que respondemos ante ello. Porque cuando los recursos son escasos y las oportunidades limitadas, nuestra actitud se convierte en el espejo de nuestra fortaleza interior. Así, las dificultades pueden moldearnos de dos maneras. O bien quebrarnos, o bien sacar a relucir la resiliencia, el ingenio y la dignidad que llevamos dentro. El otro gran desafío de la vida ocurre cuando la fortuna nos sonríe y el éxito nos acompaña. Lograr grandes objetivos, alcanzar reconocimiento y obtener riqueza, es una meta para muchos, pero la verdadera prueba reside en cómo gestionamos esa abundancia, dado que es fácil dejarse llevar por el poder, el dinero o la vanidad. En este punto, es la humildad la que se convierte en la verdadera medida de nuestra madurez emocional. En definitiva, esta cita nos recuerda que la vida no es una línea recta. Y que no importa cuán alta sea la cima que alcancemos, ni cuán profundo sea el valle en el que nos encontremos. Lo esencial es mantener nuestra integridad en ambos escenarios y la manera en que respondemos ante cada etapa del camino. www.carloshidalgo.es