CARLOS HIDALGO Psicólogo clínico

El lápiz de la sonrisa

En psicología, uno de los hallazgos más fascinantes es la manera en que el cuerpo y la mente se influyen mutuamente. El experimento del psicólogo Fritz Strack, conocido como el “experimento del lápiz”, es un ejemplo clásico de este fenómeno. En el estudio, se mostró una serie de tiras de humor gráfico a dos grupos de personas, pidiéndoles que valoraran cuán graciosos eran los dibujos. El primer grupo, sostenía un lápiz entre la boca y la nariz, (a modo de bigote) generando una expresión similar a un ceño fruncido. El segundo grupo, sostenía un lápiz apretado entre los dientes, produciendo una sonrisa forzada. Los resultados fueron claros: quienes “sonreían” encontraron las viñetas mucho más divertidas. Este hallazgo evidenció el principio de la retroalimentación facial, según el cual la musculatura del rostro envía señales al cerebro capaces de modular la experiencia emocional. Desde la psicología, este experimento abre una reflexión más amplia: la conducta no es solo consecuencia del pensamiento, también puede transformarlo. Adoptar una postura corporal abierta, caminar con energía o sonreír, incluso de manera intencional, puede generar cambios en la percepción subjetiva del bienestar. Dicho de otro modo, no siempre necesitamos esperar a “sentirnos bien” para actuar; a veces, actuar como si nos sintiéramos bien puede iniciar el cambio. Como decía William James, “no canto porque soy feliz, soy feliz porque canto”. El experimento nos recuerda que la mente no flota en el vacío, sino que habita en un cuerpo con el que mantiene un diálogo constante. Y en ese diálogo, un gesto tan sencillo como sonreír (aunque sea sin ganas) puede inclinar la balanza hacia una vida más positiva. www.carloshidalgo.es

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