El autocuidado
El autocuidado emocional es esencial porque constituye la base para vivir con mayor equilibrio, bienestar y salud integral. No se trata únicamente de mimarse, sino de asumir la responsabilidad de atender nuestras propias necesidades —físicas, mentales y emocionales— entendiendo que no es un lujo, sino una necesidad vital. Algunos gestos cotidianos pueden ayudarnos a cultivar ese espacio interior, como aprender a decir “no” con serenidad, sin necesidad de explicar o justificar. También es valioso reservar tiempo para uno mismo, como si fuese una cita (porque lo es), y explorar prácticas que inviten a la calma, como la respiración consciente, los paseos tranquilos, escuchar música suave o simplemente sentarse en silencio. Sin embargo, muchas de las estrategias que adoptamos en búsqueda de desconexión emocional no solo resultan ineficaces, sino que pueden intensificar el malestar. Por ejemplo, aunque un “atracón de series” pueda parecer una forma de descanso inocente, en realidad genera una sobreestimulación mental que bloquea el reposo cognitivo. Diversos estudios lo vinculan con peor calidad del sueño y mayor fatiga, debido a que el cerebro sigue procesando información, aunque el cuerpo permanezca en reposo. Otro error es “obligarnos” a estar tranquilos. Repetirse frases como “no debería estar estresado” genera una contradicción emocional, y esta exigencia activa mecanismos internos de vigilancia que elevan la ansiedad, convirtiendo la presión por sentirnos bien en una nueva fuente de malestar. La clave no es solo distraerse, huyendo de las emociones, sino sintonizar con nuestras verdaderas necesidades creando espacios seguros donde podamos procesarlas. No obstante, cada persona responde de manera única, por lo que lo más sabio es experimentar qué estrategias nos ayudan de verdad a sentirnos mejor. www.carloshidalgo.es